Esuna forma de expresión muy diferente a la música sinfónica; es íntimo pero a la vez audaz, lo que supuso un ejemplo de moda en los círculos románticos del XIX como pequeña forma de expresión musical de salón para avanzados intelectualmente. Ya Goethe a principios del XIX , justo tras la conquista del género por parte de Haydn para dar paso a las grandes partituras de Beethoven, escribía sobre la naturaleza del cuarteto: “una conversación entre cuatro personas inteligentes”, no más.
Aún siendo el producto de consumo de mentes privilegiadas años atrás, nosotros –mundanos en una gran mayoría– seguimos viendo este objeto de consumo, con su debido respeto, también como algo indiscutiblemente inalcanzable pero no a tan alto nivel de excelencia. Nos hemos convertido de la noche a la mañana en grandes consumidores del género. Por suerte, el haber asistido al nacimiento de la grabación sonora como medio de comunicación ha hecho que nos incrustemos en esos círculos intocables de años atrás, que asistamos sin escrúpulos al disfrute de esta forma de expresión tan clara, que seamos uno más en ese salón literario-musical cuando nos acomodamos los auriculares, y que podamos disfrutar de la belleza como es este el caso. Pero hay algo que hemos perdido y de lo cual no somos conscientes.
Un caso de arqueólogos musicales es La Ritirata. A las órdenes de Josetxu Obregón, El grupo tiene en su haber un excelente trabajo discográfico basado en dos Arriagas muy diferentes que se solapan en un solo disco pero en dos partes muy diferenciadas de su vida y obra. Por un lado, La Ritirata se propuso grabar el Tema variado en Cuarteto Op.17, obra que escribe el compositor bilbaíno con tan sólo 14 años pero que es de vital importancia para entender la diferencia con la que hay que enfrentarse a los tremendos tres cuartetos de cuerda parisenses, éstos últimos escritos con 18 años en una etapa más madura.
Juan Crisóstomo Arriaga es una genialidad. Su temprana muerte a los 19 años, a unos pocos días de su cumpleaños, junto con el nivel de excelencia de su obra conocida, nos muestran a un compositor que de no haber sido así su experiencia vital, quizás nos hubiéramos cortado un poco al hacer tanta publicidad de W.A.Mozart. La desgraciada muerte de Arriaga no enterró, sin embargo, la calidad de sus partituras y son muchos los que se aventuran en el pequeño catálogo del compositor vasco para encontrar trabajos de un alto nivel que aventuraban una vida llena de grandes triunfos.
La intencionalidad del cuarteto de Juan Crisóstomo de Arriaga no difiere de los contemporáneos de su época; creemos que su destino fueron las famosas Soirées musicales que Pierre Baillot, profesor de Arriaga en el Conservatorio Nacional de música, organizaba en París; sin embargo, no pensemos en mera música de fondo sino en ejercicios sublimes que los alumnos, como en este caso, componían a modo de carta de presentación. Hablamos por tanto de dificultosas partituras donde el compositor ponía toda la carne en el asador para demostrar su valía. Podemos imaginar la dificultad en la interpretación de las mismas y la seriedad con la que fue tratada este tipo de literatura; y pensando en todo lo que rodeó la intencionalidad de la música, a día de hoy se ve en el trabajo de La Ritirata un proceso de extremo cuidado en la interpretación de la música para traer hasta el S.XXI los aromas de esas eventuales reuniones musicales. Podríamos decir que hay dos homenajes insertos en la grabación, uno es el dedicado al compositor Arriaga, y en el otro lado el homenaje a toda la escuela francesa de violín –a Baillot, pero sin dejar de lado a Kreutzer, Sphor, Rode– y a la racionalización de unos métodos de estudios que se están volviendo a integrar en las escuelas musicales para instrumentos de cuerda.
Aún cuando Arriaga muere ocho años antes de la primera edición de L’art du violon, seguro que las enseñanzas de Baillot estuvieron tan presentes en las partituras de Arriaga que no se puede enfrentar uno a las mismas sin tener en cuenta la gran influencia del profesor en cuestión. Es de manual de intérprete, y más en los tiempos que corren hoy con el rescate del repertorio olvidado, echar mano del material lógico que forma la idea compositiva, por lo que no se entiende que las interpretaciones salgan del contexto vital de la propia partitura. En esto, Josetxu Obregón ha sido muy precavido y, empapándose de la literatura parisense, ha logrado engarzar el arte sonoro tal y como se supone que fue en su momento.
Por ello, este trabajo es un excelente vehículo para entender dos procesos dentro de un mismo compositor, el tratamiento diferente que se debe de hacer de partituras escritas bajo una sola mano pero que difieren en su contexto de manera radical. La Ritirata consigue estos efectos, se escucha el sonido del Conservatorio parisense en los cuartetos, el ornamento, la articulación en la frase y el motivo. Sin duda, muy acertado.
No puedo finalizar esta reseña sin destacar la gracia con la forma en la que Glossa ha interpretado la imagen de la portada del disco, más que curiosa tras abrir la carcasa: dentro de un pequeño plato aparece un cuadrado cuyas esquinas tienen pintura; al abrir el CD te encuentras que la pintura se ha arrastrado en círculo, mezclándose todas las gama, para pasar a una tercera imagen que nos muestra el plato manchado completamente. Qué mejor imagen que ver como el cuarteto de cuerda es un solo ente en el cual nadie resalta por nada sino que todos tienen que funcionar como el engranaje de un reloj para dar vida a la partitura: la muestra es la explicación que Obregón destaca en las notas y que no es otra que la forma en la cual se sentaban los intérpretes según el método de Baillot: a diferencia del cuarteto moderno, se sentaban en círculo y la audiencia hacía lo mismo alrededor de los músicos. Me ha parecido una magnífica idea que resume algo que no podemos captar dentro de la grabación.
Y aquí radica el problema que comentaba al principio de la reseña: La grabación sonora nos ha abierto un mundo, pero ha olvidado las sensaciones del directo.
¿Quizás La Ritirata nos da un pequeño tirón de orejas?