Idea y puesta en escena: Rita Cosentino/Asesoramiento dramatúrgico: Lola Beccaria/ Diseño de escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda/ Diseño de vestuario: Tiziana Magris/ Diseño de luces: Lía Alves/ Diseño de dibujos y proyecciones: Jorge Arranz/Arreglos musicales: Gabriel Skármeta/ Intérpretes: Uxía Gonzalvo La niña. Mäximo Esteban El revisor del tren.Joseba Pinela Andersen y La voz del libro/ Músicos: Alexis Delgado (Piano) y Marta Morán Serrano (Violín)

‘La pequeña cerillera’ © Teatro Real/J. del Real
La pequeña cerillera es uno de los cuentos más enternecedores y más tristes de los que escribió Hans Christian Andersen. Como todos sabemos está ambientado en la última noche del año y pretende provocar sentimientos de compasión y esperanza: cuando todos compran regalos y manjares, una niña da rienda suelta a su imaginación, único recurso que posee para salir de la terrible realidad que le acosa.
En esta ocasión haremos un viaje, y podremos disfrutar de la narración musical inspirada en el pequeño relato con la Sonata proveniente de otro romántico, César Franck, La Sonata para violín y piano en La M. Y lo pongo en mayúsculas porque es una de las sonatas del repertorio camerístico más virtuosas y difíciles, obra capital de la música de cámara francesa del XIX. Fue escrita en el verano de 1886 y dedicada al violinista Eugène Ysaÿe, quien la estrenaría en el Círculo Artístico de Bruselas el 16 de diciembre del mismo año y sería uno de sus principales difusores.
En apenas unos minutos, los sonidos del tiempo nos transportan a otra dimensión. Entramos en el mundo de los cuentos y el mundo de los viajes. Como dice Rita Cosentino, guionista y directora de escena, “Para el autor danés el viaje tiene un valor extraordinario y vital, lo considera como la única forma de alcanzar el saber y la felicidad como culminación… El viaje puede ser más o menos largo, llenos de obstáculos, lineal o circular o a veces se puede viajar sin moverse del sitio. Lo importante es hacer el viaje”.
Mezcla de tonos, pues cada personaje tiene su roll, podemos dejar volar nuestra imaginación y fantasía, ser capaces de disfrutar de dos realidades paralelas que terminan por ser una; o no, pero esa es la magia de los cuentos, donde lo fantástico y lo real son la misma cosa. Puede que el narrador, y a la vez el mismísimo Andersen, tengan razón: “esto no ha sido más que un cuento”. Pero nunca algo tan pequeño dio como resultado algo tan grande. Podemos aprender rapidísimamente antes de subir al vagón del tren en qué consiste un violín y un piano, ayudar a la niña que quiere ver a su abuelita, así como disfrutar del cuento a través de la ventana. Lo tenemos todo, incluso un revisor excéntrico que pone el toque de risa y una grandísima sonrisa a nuestro viaje.
De fondo, la sonata, completamente empastada gracias a su construcción cíclica donde un motivo inicial recorre toda la obra. De los cuatro movimientos en que está construida, en el espectáculo se utilizan fragmentos de todos menos del segundo movimiento. Llena de melodías de fuerte carácter emotivo y conmovedor hasta el extremo, además de pasajes de gran dificultad técnica, consigue convertirse en perfecto hilo conductor de la narración.
Puedo afirmar que este viaje es absolutamente positivo. Se dan las condiciones necesarias para que todo salga según lo previsto, vayamos todos juntos en el tren, y al final, ese nudo que se te queda en la garganta desaparece, se desvanece y de nuevo la sonrisa acompaña a todos los rostros presentes.
Así que, señores, la única oportunidad para poder realizar este viaje es “colarse”, ir de polizón, como nuestra protagonista, y darle más quebraderos de cabeza a nuestro queridísimo revisor, pero… tarea más que imposible…, y además…, yo no les he dicho nada…
www.teatro-real.com