Doce Notas

Exhumaciones: Leticia Moreno y el doloroso olvido

cdsdvds  Exhumaciones: Leticia Moreno y el doloroso olvidoNo es que sea amante de la música española hasta términos obsesivos, pero es que en los catálogos no hay homenajes tan acertados como al que me refiero en esta ocasión. Es, en definitiva, un lujo observar como obras injustamente olvidadas por las casas discográficas, por las editoriales y por nosotros -concertistas y profesores demasiado habituados al repertorio clásico- vuelven con aires renovados, para incrustarse en forma de una nueva versión o, por primera vez en otros casos, intentar hacerse el hueco de justicia entre partituras más que trilladas.

Lo de Leticia Moreno es un acierto con mayúsculas al elegir el repertorio. Son siete compositores españoles los que aparecen en esta grabación, siete firmas que viajan a través de la esencia de la música nacionalista española de finales del XIX a mitad del XX: no existe un mejor homenaje a la cultura musical de la península que unir al mediático Pablo Sarasate con una desconocidísima obra de Ernesto Halffter, desde la Granada o Sevilla de Manuel de Falla y Joaquín Turina a la Cataluña de Eduard Toldrá, sin olvidarse de los grandes Albéniz y Granados, y hasta dejando hueco a un arreglo de la propia solista para una obra del poeta Federico García Lorca. Si bien es de justicia tratar a todas las partituras por igual, el oyente seguro entiende que en este caso resalte dos obras por encima de las demás no por su calidad -tan geniales como sus hermanas en la grabación- sino por la injusticia del olvido que ha hecho que hasta la propia violinista, en una entrevista realizada hace unos meses, comentara sentirse avergonzada por no haberlas conocido antes.

Lo de la Sonata H.127 de Enrique Granados no tiene nombre en la literatura violinística; si bien la obra es solo el primer movimiento de una gran sonata que el compositor tuvo en mente escribir, y de la cual se han encontrado ciertos esbozos pero que no han dado de sí para poder completar el trabajo a día de hoy, el haberla mantenido casi en el olvido hace que mi cabeza sueñe con el mísero momento en el que entendamos que nuestro repertorio es igual e incluso más honorable que algunas de las obras habituales. Lo del Poema para una Sanluqueña de Joaquín Turina es más de lo mismo: obra más que audaz del periodo parisino del sevillano, un homenaje a Debussy lleno de expresión y color donde los cuatros movimientos se desgranan en una tremenda interpretación ¿Cabe razonamiento a tal olvido?

Eduard Toldrá y Ernesto Halffter hoy en día se han convertido en perfectos desconocidos: es un misterio el porqué de ello pero raro es el melómano que puede enumerar más de tres obras de los mismos. Quede aquí el gran homenaje de Leticia Moreno, desde el programático Sonetí de la Rosada, cuya génesis fue acompañar sonoramente a un poema de Trinitat Catasús, a la incidental Sonata de Dulcinea. Es curioso que escuchando a E. Halffter me viene la idea a la cabeza lo que en ocasiones hemos estado escuchando continuamente, ese cuento de la evolución de la vanguardia sonora a la modernidad y el incongruente camino que tomaron nuestros compositores dedicándose a machacar y a repetir los viejos emblemas de nuestro nacionalismo; Pero bien reconocido que fue después en medio mundo y lo que nos está costando el hacerlo en el otro medio que queda, al cual pertenecemos los propios españoles curiosamente.

Si bien las obras hasta aquí descritas forman un corpus olvidado de calidad incuestionable, las mediáticas no son harina de otro costal. Son las favoritas del público y, por tanto, en las que se ve la valía de la gran violinista que nos brinda estos casi 75 minutos de buena música. Leticia Moreno es una excepcional concertista y aunque peca de humilde, es inteligente. De este Landscapes resaltan todas las obras conocidas, no he visto carencia alguna ni desequilibrios en cuanto a la originalidad, dejando una impronta personal desde que ataca los primeros Pizzicatos en la ‘Danza’ de La vida Breve hasta el último decrecendo de la ‘Nana’ de la Suite popular española. Es una suerte de agresividad, dulzura, de prodigiosa lectura de las melodías cuando la gran mayoría de las obras son interpretadas como bises por los grandes y ella les da su plena vigencia dentro del concierto, cuando lo que se pretende en la gran mayoría de ocasiones es arrancar el aplauso fácil pero con Leticia Moreno nos encontramos con la interpretación sosegada pero visceral, sacando de un pequeño artificio decorativo –como los que granan la versión Kreisleriana del Falla–ritardandos, portamentos y juegos con la pianista acompañante Ana-María Vera que hacen de la partitura fuegos artificiales puros. Me atrevo a afirmar que escuché hace varios años una de estas partituras a su propio Profesor Maxim Vengerov: me encantaría volverlo a hacer para ver por qué me resultó tan espectacular en su día y por qué ahora mismo prefiero a la alumna.

Eso sí: lo que no tiene nombre en esta grabación, por ser discordante, es la toma del sonido que se le ha realizado. He intentado informarme sobre el violín que ha utilizado la solista en esta grabación, siendo infructuosa mi búsqueda, por resultarme en ocasiones tan sintético el sonido que hasta he llegado a pensar que se le había puesto una piezaeléctrica, esas que amplifican el sonido del violín y que a la vez en cierto modo también modifican el timbre. Tras acostumbrarme a esa desagradable sensación que me ha recordado al violinista que ameniza las mañanas en la misma esquina del metro, y no por mal músico sino por traer a mi memoria que tengo que madrugar demasiado, entonces he llegado a disfrutar de la esencia de este exitoso trabajo de la gran violinista española. Quizás la gran DG debería cuidar estos pequeños detalles tan importantes.

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