Créanme si les digo que si escuchasen este disco titulado El piano español a cuatro manos entre 1830 y 1900 sin saber su nombre, probablemente el adjetivo “español” −aplicable a cada una de estas composiciones− desaparecería. He aquí la clave de esta exquisita selección musical: sacar a la luz obras españolas y comprobar que la España decimonónica sonaba como el resto de Europa. Gracias a colecciones como “El patrimonio musical hispano” −Sociedad Española de Musicología− donde se inserta esta grabación realizada en 2010, el pasado musical español logrará perdurar en el tiempo.
A lo largo de más de una hora de música ustedes disfrutarán de todo un universo sonoro donde identificarán el piano romántico por excelencia de Chopin a través de melodías líricas sobre acompañamientos acolchados, el virtuosismo de Liszt e, incluso, reminiscencias de Beethoven y Mozart. Comienza esta selección, como si de un salón de baile se tratarse, con el Scherzando de Joseph Teodor Vilar, a continuación escucharán nada menos que ocho sonatinas −cada una con un matiz distinto− de Pedro Tintorer (1814-1891) las cuales se verán intercaladas con los cuatro movimientos de la Sonata en Sol mayor de Marcial del Adalid (1826-1881). Como no podía ser de otra manera, los compositores españoles también realizaron fantasías sobre motivos de ópera o zarzuela como la Fantasía sobre I Lombardi alla prima crociata de Pedro Albéniz (1795-1855), Fausto de Felipe Pedrell (1841-1922) o Divertimento sobre motivos de La cola del diablo de Martín Sánchez Allú (1821-1858) aquí recogidas. Por último, las dos piezas bajo el título de La Melancolía de Santiago de Masarnau (1805-1880) han sido las elegidas como broche final a este disco.
Las cuatro manos encargadas de interpretar toda esta música son las pertenecientes al Dúo Curbelo, compuesto por José María y Oliver Curbelo, éste último autor de la reciente publicación Teobaldo Power. Un pedagogo del piano. La compenetración, el estudio y la técnica del Dúo Curbelo se hace patente cuando sus cuatro manos se funden de tal manera que se hacen imperceptibles y olvidamos la dificultad que ello conlleva.