Existen muchas maneras de recrear la ilusión de un ciclo temporal a través de los sonidos, desde los recursos formales hasta la mera repetición de materiales. Pero en este caso no es así. En la Sonata para violoncello y piano (1990) de Emmanuel Hieaux, por ejemplo, ningún elemento musical se reproduce literalmente: todo sufre un proceso continuo de transformación, de metamorfosis. Lo mismo ocurre en Une goutte d’Ombre (1996) para trío con piano, obra que abre y da nombre al CD. Y, quizás lo más obvio: ninguna de las obras que componen la grabación está escrita para la misma plantilla instrumental: piano (a dos o cuatro manos), violín y violoncello se combinan de cinco maneras diferentes. Por tanto, la sensación cíclica debe de fundamentarse en otros aspectos menos aparentes.
Hieaux se acerca a la creación musical desde una perspectiva libre, sin técnicas prescriptivas (o al menos sus resultados así lo exteriorizan). Sus materiales nacen, vuelan, se persiguen, se encuentran; los instrumentos dialogan, luchan, se esperan, se entrelazan. Es libre hasta en su aproximación a los géneros más tradicionales o a la hora de liberarse de los prejuicios en contra de los centros tonales o modales: los acompañamientos a los tres poemas de Paul Eluard demuestran que el género de la canción as aún susceptible de nuevos acercamientos, de representar un texto determinado sin incluir sus palabras, y sus delicados Siete pasapáginas (1991-1992) para piano a cuatro manos son unas delicias en miniatura en las que las tensiones y las distensiones brotan de manera espontánea. Es, quizás, la libertad que da vida a estas creaciones la que dota de coherencia a la grabación pero, más allá de ella, son las sonoridades de octava justa que abren y cierran este disco las que hacen que reconozcamos a estas obras como algo nuestro. Es como si a partir de una octava inicial se dilatase una gota de sonidos que, tras un recorrido de casi una hora, retorna a su tamaño inicial.
Si bien el montaje del CD podría mejorarse, ello no enmascara que el trío Pangea haya sabido captar la obra de Hieaux. Su interpretación precisa, delicada y llena de carácter denota un enorme potencial que aún está por explotar plenamente. Son unos músicos jóvenes y llenos de talento que, con su entusiasmo, nos descubren de modo correcto y convincente una faceta más de la creación contemporánea.