Parte de este movimiento es el dúo formado por la soprano Raquel Andueza y el tiorbista Jesús Fernández Baena, a los que desde hace unos años venimos siguiendo en una carrera que se presupone meteórica. Para ello, dado que las grandes discográficas están escogiendo escrupulosamente cada uno de sus escasos proyectos decidieron crear su propia discográfica y autoproducirse. Esto, al tiempo que supone un trabajo mucho mayor, permite una libertad absoluta a la hora de decidir, desde la elección de la portada, del repertorio e incluso del tipo de letra.
Después de jugar en los límites del abismo con el amor y el tormento, tras abandonarse a la locura y llevarnos de la mano a los confines del paraíso ahora, Raquel Andueza y La Galanía nos revelan algunos de sus más profundos secretos en Alma Mía. Para ello han ido evolucionando desde una formación simple de tiorba y voz hasta un acompañamiento más elaborado con un pequeño conjunto como bajo continuo.
El disco pretende ser una reivindicación de la obra del olvidado compositor Antonio Cesti. Famoso en su época como compositor y cantante pero que se vio, inexplicablemente, caído en el olvido hasta prácticamente los tiempos actuales, en los que se intenta recuperar un excelente patrimonio musical desconocido.
Se han recopilado obras de las dos facetas más importantes que caracterizan la obra de Cesti: la ópera y la cantata. Tras adquirir fama como cantante a cargo de los Medici emprendió una nueva carrera como compositor de óperas. De esta etapa destacan las obras L’Argia, Orontea, y La Dori, que junto con Il Giasone de Cavalli se encuentran entre las óperas más representadas en la Italia de la segunda mitad del siglo XVII. Ambas aparecen representadas en esta selección, tanto con números vocales como con instrumentales.
Al trasladarse a Roma y formar parte del coro papal de Alejandro VII se dedica principalmente a la composición de cantatas. De entre ellas se han escogido Non si parle più d’Amore y Ò quanto concorso que definen a la perfección la moral romana de la época. La primera es una acusación al Amor que además de privar de libertad al amante es causante de dolor y penas. La segunda es un canto a la fugacidad de la Fortuna que acompaña a todo ser humano.
Como siempre, subrayar la frescura y elegancia que transmite la voz de Raquel Andueza, destacando la implicación emocional latente en cada una de sus interpretaciones. Un gran trabajo riguroso llevado a cabo desde la excelencia y sobre un estudio pormenorizado de las fuentes musicales. Queda, tan solo, agradecer el esfuerzo y superación que ambos miembros dedican a este importante proyecto, y que poco a poco va dando como recompensa trabajos de mayor calidad.