“Estaba claro que los motivos del despido no eran objetivos y que no era posible que una carrera de más de 25 años terminara en un acto de 15 minutos sin, ni siquiera, darnos las gracias. Fue un golpe muy fuerte a nivel humano”. El violonchelista Peter Thiemann no oculta su alegría, tras conocer la sentencia del pasado 29 de julio que obliga a la Fundación del Gran Teatro del Liceo a readmitirlo en el puesto de violonchelista solista que había desempeñado desde septiembre de 1987.
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