Doce Notas

El nacimiento de una pasión

Nathalie Stutzmann. ©J-J.Ader

El calificativo de la iniciativa podría elevarse a titánico, considerando que la materialización de Passions Baroques à Montauban se ha producido un año antes de lo previsto, y contando como padrino con el antiguo ministro de Cultura Jacques Toubon, en la actualidad presidente de la FEVIS (Federación de Conjuntos Vocales e Instrumentales Especializados). Bien es verdad que a la hora de diseñar el nuevo Festival de Montauban se han sopesado a conciencia las dimensiones de la cita, que desde 2012 tendrá lugar el último fin de semana de octubre en la ciudad donde su director, Jean-Marc Andrieu, es máximo responsable de las Escuelas Superiores de Música y Danza.

En sus comienzos, Passions Baroques se limitará a tres programas, siguiendo un esquema similar al que ha sorprendido en estos días en la ciudad natal de Ingres y Bourdelle. La misma en la que, en un mes como este de 1940, moría en el exilio el presidente de la República Española Manuel Azaña, que allí reposa.

En esta ocasión, a Benjamin Alard le ha correspondido el honor del despegue con un concierto diseñado en torno a la música de Jean-Philippe Rameau. El joven teclista, titular del órgano Aubertin en la iglesia de Saint Louis en l´Île desde 2005, cuando sólo contaba 20 años, ofreció una lección de virtuosismo y claridad expresiva ante la refactura de 1977 de un clave barroco de sonido limpio, perfecto para ese repertorio por su equilibrio de voces y ecos.

Para calentar, los Ocho preludios de El arte de tocar el clavecín de Couperin (a los que regresaría en el turno de propinas) , la Primera suite de piezas de viola de Forqueray y Las Gracias, de Jacques Dufy, perfecto aperitivo para el plato fuerte: la transcripción para clavecín que de Las Indias Galantes realizó el hijo de Rameau, manteniendo su extraordinario carácter teatral.

Los Motetes para tres voces de hombre a cargo del grupo Les Passions centraron el festival desde el Temple des Carmes. Les Passions, decantación del ensemble creado por Andrieu en Toulouse, que antes de configurarse en su formato actual en 2003 fue Orquesta Barroca de Montauban. En el programa, una selección de las piezas de Marc Antoine Charpentier recogidas en el disco Beata est Maria que, con la misma agrupación, acaba de aparecer.

Para el concierto, presidido por el sobresaliente balance de vocalistas e instrumentación conseguido por Andrieu, junto a Les Passions se ha contado como tres grandes especialistas en este periodo: Vincent Lièvre-Picard, que demostró su calidad en la difícil tesitura de contratenor a la francesa, el histórico Howard Crook, que mantiene sus conocidas cotas de calidad, y el deslumbrante bajo Jean-Manuel Candenot.

También un disco –el que sella la naciente llegada al sello Deutsche Grammophon de Nathalie Stutzmann– marcó las pautas del concierto de clausura, esta vez en el Teatro Olympe de Gouges, protagonizado por la contralto.

Verle compaginar su faceta de directora y cantante es un auténtico espectáculo. Con gestos sobrios y precisos frente a los músicos del Orfeo 55, su propia orquesta de cámara, creada por Stutzmann hace dos años y en la actualidad en residencia en el Arsenal de Metz, la directora confecciona un traje a su medida exacta con la música de Vivaldi, empezando por el Concerto nº 2 en sol menor para dos violines y orquesta, con unos excelentes solistas. Un traje en el que se introducirá como cantante, consiguiendo resultados magistrales con una selección de obras del Pretre rosso: desde el Stabat Mater RV621 a óperas rescatadas para dar forma al programa Prima Donna, como Juditha Triunfans, Arsilda, L’Olimpade o Andromeda Liberata.

El público, como vaticinio de un buen futuro para el festival recién nacido, respondió con calor a la proeza de la artista, reconocida como Caballero de las Artes y las Letras de su país, profesora de interpretación en el Conservatorio de Ginebra, reclamada para ofrecer clases magistrales a lo largo y ancho del mundo.

 

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