Doce Notas

Frank Lancy, trombón todo terreno

Frank Lacy

El ciclo «Maestros de Jazz» es una iniciativa conjunta del Café del Teatro Zorrilla y Notazul (Asociación Cultural para la Promoción de la Música Creativa) que se puso en marcha no hace un año y que empieza a ser referencia en Valladolid de una escucha del jazz en «petit comité». En esta ocasión, por cuestiones de aforo, el concierto se celebrará en la Sala Borja y no en la sala experimental del Zorrilla, donde habitualmente se desarrolla el ciclo.

En el mundo del jazz la condición de maestro, dejando aparte a un ramillete de genios que ya habían creado escuela siendo apenas unos jovenzuelos, suele adquirirse vía madurez y el paso del tiempo, quemando etapas y construyendo un camino de expresión personal en el que músicos más noveles encuentran una referencia en la que basar su propio desarrollo.

Frank Lacy, forma parte de esa categoría de maestros que tras una larga trayectoria profesional siempre interesante, tanto en su faceta de líder de proyectos como de colaborador, ha llegado a ese punto en que uno puede mirar a su alrededor y no ver a muchos que puedan aportar un caudal de experiencia parecido.

El jazz necesita, como el respirar, músicos así, capaces de recoger el legado de sus mayores y proyectarlo hacia adelante, hacia las nuevas generaciones del futuro del jazz.

Nacido en Houston, Texas, en 1959, frank Lacy creció en el seno de una familia de músicos: su padre era profesor de música y guitarrista (tocó entre otros con Illinois Jacquet, Eddie Cleanhead Vinson y Arnett Cobb), y su madre cantaba gospel.

Frank comenzó a estudiar piano a los 8 años, y poco después dio también sus primeros pasos como trompetista. En el instituto tocó el eufonio y la tuba, y a los 16 empezó con el que sería su instrumento principal, el trombón. Antes de afrontar sus estudios musicales superiores a finales de los 70, se graduó en Ciencias Físicas.

Luego se matriculó en la Berklee de Boston, donde compartió orla con futuros líderes del jazz como Branford Marsalis, Greg Osby o Marvin Smitty Smith. Su primer disco como líder llegó en 1991, para el sello Enja: Tonal Weights and Blue Fire.

Ya por entonces quedó muy claro que Lacy intentaba tender puentes entre los avances del free jazz y las tendencias más tradicionales, algo que no ha dejado de hacer desde entonces y que explica perfectamente que su rango de colaboraciones vaya desde Henry Threadgill, Oliver Lake, David Murray o la Lester Bowie Brass Fantasy a Bobby Watson, McCoy Tyner, Dizzy Gillespie, la Mingus Big Band o los Jazz Messengers de Art Blakey, de los que también fue director musical durante una temporada.

Con todos ellos destacó por su personalidad, empuje y falta de prejuicios a la hora de fusionar tradición y vanguardia con absoluta naturalidad. En sus proyectos como lider y sus trabajos discográficos, Lacy ha ido poco a poco consolidando su posición como uno de los grandes del jazz del presente.

Sobre el escenario, Frank Lacy es un verdadero espectáculo: constantemente en movimiento, dispara verdaderas ráfagas de sonido brillante, poderoso y hasta fiero. Canta con mucho feeling, agarra de vez en cuando la trompeta o la corneta de pistones y hasta gusta alguna vez de desmontar su trombón pieza por pieza mientras toca en una especie de “strip-tease” musical que suele dejar con la boca abierta al oyente.

Frank está dotado de ese carisma que distinguía a los grandes músicos de antes, aquéllos cuya sola presencia en el escenario era sinónimo de rumor y excitación en el patio de butacas. Al mismo tiempo, el rigor de su investigación musical le lleva a no quedarse nunca detenido en la nostalgia contemplativa, a mirar siempre adelante.

Concierto: 18 de noviembre, 21 h. Sala Borja. Calle Ruiz Hernández, 10. Las entradas pueden adquirirse en el Café del Teatro Zorrilla, al precio de 15 € (venta anticipada) y de 17 € en la taquilla de la Sala Borja el día del concierto.

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