Doce Notas

El ‘Concierto para violonchelo’ de Elgar, con Sol Gabetta y la Sinfónica de Tenerife

hacia el siglo 21  El ‘Concierto para violonchelo’ de Elgar, con Sol Gabetta y la Sinfónica de Tenerife

Sol Gabetta © Uwe Arens, 2012

El titular de la OST Michal Nesterowicz, compartió una muy vital interpretación del Concierto para violonchelo de Edward Elgar (1857-1934), el Poema Sinfónico Tintagel de Arnold Bax (1883-1953) y la Sinfonía nº 1 de Robert Schumann (1810-1856), en una noche de brillos para la orquesta tinerfeña.

A diferencia de la catastrófica suerte que corrió el estreno del concierto para violonchelo de Edward Elgar en 1919 con la Sinfónica de Londres, la interpretación de la pasada noche fue de absoluto éxito. El entusiasmo del público se mostraba ante la magnífica interpretación de la chelista Sol Gabetta, de reconocido prestigio a nivel internacional a pesar de su juventud. La precisión y musicalidad que mostró en cada sonido y frase del concierto permanecerá para siempre en la memoria de los que asistieron. Solo pudo silenciar los bravos que brotaban en la sala a través del intimismo más profundo que mostró con el bis El cant dels ocells, canción que pertenece a la tradición popular catalana, de origen desconocido pero popularizada sobre todo, por el violonchelista Pau Casals.

Es curioso que una vez más en la historia de la música, hubo que esperar hasta los años 60 para que el público contara con una buena versión del concierto para violonchelo de Elgar, la que fue grabada por Jacqueline du Pré al violonchelo, y también para que se ubicara esta obra en el lugar que merece dentro de la literatura chelista. A esta versión que se ha convertido en un referente clásico, habría que sumarle hoy una más de interés y altura, la interpretación exquisita de la chelista Sol Gabetta que pudimos disfrutar junto a la OST.

Esta obra compuesta al finalizar la I guerra mundial, emana una visión de la vida desde la reflexión más íntima del compositor, con una intención de exaltación, tal vez de lo que el entorno de dolor y las vivencias más profundas de una guerra tornaron a ser posos de su vida hasta su petrificación en la memoria del autor. La estética musical que desarrolla Elgar en esta composición es diferente a las de etapas anteriores, y no sólo por pertenecer a su madurez compositiva, sino a consecuencia de esos aspectos nombrados, ajenos a la técnica compositiva, que calaron en el compositor. Es la simplicidad como concepto de belleza, lo que exhala este concierto con un juego claro entre solista y orquesta de temas contrastantes. Estos en contradicción al tratamiento formal, son suficientemente profundos como para remover cualquier apacible estado psicológico. Sol Gabetta se fundió en forma y contenido con el concepto de Elgar y llevó las riendas del concepto musical de la obra.

Guiada bajo una incesante mirada del director, quien tiene por hábito dirigir a su orquesta sin partituras, tuvo lugar Tintagel del compositor también inglés, Arnold Bax. La obra coincide con el concierto anterior en fecha y lugar de composición (Inglaterra ,1919) pero contrasta en estética musical. Este poema sinfónico, es igualmente muy expresivo pero la inspiración no nace de dentro como en el concierto de Elgar, sino de fuentes extramusicales como es el Castillo de Tintagel y sus próximos acantilados. La pretensión del autor es la de transmitir una impresión tonal del lugar, muy bien lograda por la Orquesta Sinfónica de Tenerife.

En contraposición a este espíritu inglés de posguerra, la segunda parte del concierto partió de un sentimiento de alegría hacia uno triunfal con la Sinfonía nº 1 en Si bemol mayor de Robert Schumann, retomando así los que fueran referentes compositivos para Elgar. Una vez más, la sección de vientos de la Orquesta Sinfónica de Tenerife estuvo a la altura de los roles que la partitura les demandó.

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