Doce Notas

Salonen y la Philharmonia Orchestra vienen de aniversarios

clasica  Salonen y la Philharmonia Orchestra vienen de aniversarios

Esa-Pekka Salonen © Sonja Werner

Si el plantel de intérpretes es del más alto nivel, tal y como nos tiene acostumbrados Ibermúsica, el programa del concierto es uno de los más interesantes de su actual temporada. Dos de las obras nos recuerdan algo que sucedió hace cien años, y la última, doscientos años.

En la primera de ellas, se trata del nacimiento del más importante compositor polaco del siglo XX: Witold Lutoslawski (con permiso de Penderecki). De Witold Lutoslawski se va a escuchar su Música fúnebre (In memoriam Béla Bartók); se trata de una de sus obras más conocidas por todo tipo de públicos y da la medida de su talento para contactar con cualquier sensibilidad sin abdicar de su compromiso con los lenguajes de vanguardia de la segunda mitad del pasado siglo.

El otro centenario que llega a este concierto es el del estreno de La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky. Esa obra inmortal que vio la luz en el Teatro de los Campos Elíseos de París en 1913 con un fenomenal escándalo, atribuido sobre todo a la escenografía de Nijinsky, y proyectado al mundo entero gracias a la magia de los Ballets Rusos de Diaghilev. De hecho, no son pocos los comentaristas que consideran que el siglo XX musical nació allí con esta obra que no deja indiferente a nadie por su potencia rítmica, su colorido y su genialidad de concepto.

La última obra del concierto es la extraordinaria Sinfonía nº 7, de Beethoven, una de las más intensas y joviales del corpus del genial sordo y también de las más difíciles de ejecución. Para redondear este concierto de aniversario, se recordará que la “Séptima”, fue estrenada el 8 de diciembre de 1813 (hace, pues, dos siglos redondos), en un concierto en Viena dedicado a los soldados heridos en la Batalla de Hanau; si bien, fue compuesta entre 1811 y 1812. El estreno de esta “Séptima” fue dirigido por el propio Beethoven y alcanzó un notable éxito, contando entre su público a personalidades como Hummel, Moscheles, Dragonetti o Salieri. 200 años después, Madrid la puede escuchar en una versión del máximo interés interpretativo, Philharmonia y Salonen, todo un lujo, ahora que ya quedan pocos.

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